domingo, 21 de marzo de 2010

Recuerdos inmortales

"La vida es una sucesión de imágenes que debemos conservar de cualquier manera posible porque tarde o temprano querremos mirar al pasado y ver cómo fuimos y lo que significamos para muchas personas que continuarán a nuestro lado o, lamentablemente, nos abandonarán por el paso del tiempo y las circunstancias".

Por Aschel

jueves, 18 de marzo de 2010

Cómo cae la noche y yo con ella

Es una noche para soñar con algo mejor para mí, para ti y para todos. Es un día para ahogar el pesar que cargo sobre una fachada que es de nadie y últimamente de muchas personas en particular. Sólo quiero dormir hasta que me sienta bien y necesite pertenecer de nuevo a una comunidad con la que compartir risas, momentos simples y diversión. Mi voz es un grito mudo, es lastimero pero no se entiende del todo ya que ni él mismo se aclara… ¿queréis saber qué me pasa? ¿Por qué de nuevo un lenguaje pomposo e ininteligiblemente desordenado que sale de mi alma envenenada de amor? Será eso; veneno. Veneno de amor que me hace adicta y me mata, me perturba y cometo errores de los cuales últimamente ni me arrepiento. Puede ser que yo misma me esté suministrando ponzoña de la más efectiva y me hago daño. Pues eso, que de nuevo no aclaré nada y lo siento pero no de veras, simplemente es una disculpa educada. Pero no siempre soy así, hoy por ejemplo llamé a alguien que quiero mucho “cabrón” y, la ofensa, llevaba incorporada mirada indiferentemente doliente de ojos verdes. La verdad, no sé por qué ocurrió tan repentino y natural; era como si lo pensara desde siempre y mi corazón, que es el que siempre manda, sabe que no es así. Mis motivos tenía pero soy consciente de que las cosas no se expresan de tal manera tan despreciable.

Estoy cansada, helada, sensiblemente desquiciada y sobre todo sola porque siento que yo soy el cielo de esta noche que nos ampara con frío frescor de madrugada. Soy la dueña de todo ese manto azul y de las hermosas estrellas cuya existencia son las únicas que a veces me hacen ver que no estoy completamente sola…sí, puede que sólo me automargine pero no soy yo, es ese frío que empaña mi razón y mi corazón.

Rememorando los astros, añoro que alguien consiga leer con claridad mi tarot, mis delirios y penas sobre todo en esta noche de soledad latente.

Hoy miro al otro lado de la cama pero, por más que busco, no encuentro nada ni siquiera quiero contacto humano. Quizás acaricie al gato, piense en el mañana para olvidar el dolor que acarreo camuflado desde hace semanas y mire cómo muere esta noche de la que yo formo parte con mi oscuridad. Sólo quiero que esta entrada la lea una persona y, si no es así, que al menos lea mi corazón e intente desentrañarlo como yo estudio los enigmas de esta noche con su caída y la mía.

martes, 16 de marzo de 2010

Sonríe pequeña, sonríe

Dejándome llevar por las palabras que manan de un lugar misterioso del corazón y del más despierto de mi cabeza, dedico algo breve y conciso a este maravilloso día que nos ha acogido con el mejor de las sonrisas. No diré adónde fui porque no es pertinente, sólo transmitiré un aire tan puro que me mareaba tras estar acostumbrada a la ciudad y sus perturbaciones. El sol bendijo cada rincón para otorgarme de la gracia que es el sonreír; no hace falta tener los dientes más perfectos y blancos sino el gesto más llano y natural. Las personas que temen al paso del tiempo en la expresión facial, es decir, a las arrugas, deberían dejarse llevar y realizar este simple acto aunque marque la cara…lo digo porque últimamente me he mirado coqueta al espejo y alzando una ceja he pensado en esas líneas que empiezan a salir en las comisuras de mis labios, esos que ahora son tuyos.

Sí, quizás el tiempo me convierta en una suave y arrugada perrita con pedigrí, pero le haré frente orgullosa diciendo que nadie ha sonreído como yo porque nadie ha podido ser más feliz que yo y que este día maravilloso que abrirá pronto paso a las flores primaverales.


lunes, 15 de marzo de 2010

Haciendo el amor con los 5 sentidos

He acariciado tu figura por fortuna de estas manos que dotan a mi cuerpo del gusto de tocar aquello que se le antojan. He sorteado los más bellos y cálidos rayos de sol que, juguetones, se entrecruzaban entre los huecos existentes entre dedo y dedo. Sí, son cinco para que, como si de un peine se tratase, ponga en orden o desorden aquel cabello que quiero que me atrape para siempre. Y, si por si todo esto fuera poco, tengo otros cinco para los más caprichosos antojos.

¿Quién no ha hecho alguna vez el amor con el viento? Me refiero a dejarse llevar e intentar coger el fenómeno atmosféricamente natural, invisible e inalcanzable que existe. Confieso que siempre me he sentido presa por la sensación que producía en mi piel dicho amor platónico que penetraba por cada poro de mi piel y, una vez conseguido el escalofrío pertinente o el desorden emocional de mi cabello, marchaba para continuar su camino.

Es hermoso cómo ciertas partes de tu cuerpo te hacen ver cada minúsculo detalle y apreciar que merece la pena conocerse asi mismo y el mundo que nos rodea. Dicen que una mirada vale más que mil palabras y eso es una verdad como un templo; cuántas veces hemos leído, visto en películas o escuchado contar lo extraordinario que es amar y ser amado o lo doloroso que es amar sin ser correspondido…quizás tantas que parece que hemos vivido un momento que jamás ocurrió. Pues jamás se corresponderá con los ojos que nos vanaglorian y nos transmiten un amor tan cálido que haría llorar de alegría a cualquiera que cautiva los observase.

Sin embargo, por otra parte, el gusto hace que nuestro apetito sea el del más glotón y salvaje catador. La vida sería demasiado triste y, no dudo incluso de que perdiera cierto color mágico, si no pudiera saborear la miel de unos labios, el gusto salado de snak en los dedos…beber es una necesidad y una prioridad para vivir y yo bebo vida y, a la vez, agua pero a veces no abuso para que el rico manantial de tu alma no se agote jamás. La verdad, no sé cuál me sacia mejor pero al menos sé diferenciar cuál tiene mejor gusto. Releyendo mi frase puedo apreciar cómo siempre se le puede sacar el lado más erótico a las palabras pero, para ahorrarle el trabajo a los críticos y teóricos, aclaro que mi intención no era esa. No estoy hablando para nada de sexualidad sino simplemente de vivir a través de un mundo de gestos y sensaciones que llenan mi ser y mi mundo gracias a personas, situaciones naturales, actos inconscientes…

A su vez, el olfato me transforma en un animal depredador y clasificador de aquel olor agradable o pestilente. Simplemente mi cabeza y su genialidad crea una etiqueta para cada emoción contenida en frascos de colonias imaginarios, sabe distinguir entre lo conocido y lo novedosamente incierto y, sobre todo, me hace sentir segura cuando, una vez dormida sobre tu pecho, sé por tu olor que me proteges con tus manos y que estás ahí. También es una gozada el poder olisquear el orégano y demás especias que nos transportan a los lugares lejanos de los que proceden, realizar el acto de estornudar escandalosamente y hacer determinadas deformaciones a la nariz para que adopte formas de animales…

No sé si apreciáis a lo largo de mi aburrido escrito lo grandiosos que somos pero cuando me da por pensar en cómo se forma a los seres me abruma irremediablemente, el cómo se puede hacer el amor físicamente, crear vida y, tras ella, hacer el amor con el día a día gracias a nuestras facultades.

Finalmente, tras la sofocada descripción y jadeante palpitar de las palabras que van poniendo final al clímax apunto de alcanzar en esta entrada, el oído acaba de poner en orden a las voces de los demás. Ese yo, ese sujeto que por medio de una melodía es capaz de hacer palidecer a cualquiera con un te quiero, una mala noticia o un grito desesperado de agonía. La voz, es decir, tu voz, es el más cálido huracán que desordena bruscamente mis sentimientos para dejarme sumida en ese canto de sirena que llevó a Ulises por el mal camino…revuelves mis esquemas y ya, cuando consigo poner en orden mis prioridades, despierto de tu turbador ensueño para darme cuenta de que la vida es muy bella por todo lo que me hace experimentar y sobre todo me doy cuenta de que, en mi día a día, hago el amor con los cinco sentidos a todo, a nada y a alguien en particular.

domingo, 14 de marzo de 2010

Sobre la tristeza vacía

A veces prometemos muchas cosas e incluso tenemos ganas de cumplirlas pero, como todos sabemos, la pereza puede más que nuestras mejores intenciones. Por ejemplo, a mí me ha ocurrido con este blog ya que he sentido la rabia en mis dedos, la decepción que me escocía los ojos, la alegría de mi desbordante risa y, sobre todo, palabras en mi cabeza…incluso sabía cómo empezarían esas entradas jamás escritas y de lo que hablaría en ellas; no todas eran malas y había, como he dicho, un escalón desde el odio a la alegría. Lo que intento transmitir, sintiendo establecer un discurso contradictorio que no deja clara mi idea clave, es que prometí hacer de mis palabras un arte y sobre todo un grito a mi día a día para que, tras mi prometido regreso tras los exámenes, me haya tapado demasiado a mi otro lado de la cama y no haya dejado ni el más mínimo paso por mi blog. Puede que las sábanas que envolvían mi mortecinamente joven y blanco cuerpo fueran tan espesas que absorbían con su calor mi vitalidad y cada sentimiento, puede que ya no sirva para mi sueño de escritora o, simplemente, puede que mi tristeza sea vacía y las miles de palabras que pude albergar para expresarme hayan muerto como va muriendo poco a poco el invierno. Sí, pronto será primavera aunque esta ola de pesaroso frío diga lo contrario.

Pensando en las estaciones pienso en la muerte y en que cada día es morir. Yo cumplí, hace una semana larga, veinte años y pienso en lo que me queda por vivir y también en lo que perdí. Mi vida siempre ha transcurrido o con mucha normalidad o con una explosiva sucesión de acontecimientos. Temo muchas cosas porque vivo y a la vez estaré muerta; temor a haber albergado en mi corazón un sentimiento tan puro hacia muchos seres queridos y animales que ya vagan a saber Dios por dónde…no pienso responder a la cuestión ni desde el lado más religioso ni desde el más cruel. Sé que por lo menos una minúscula parte vive en mí pero aborrezco el no poder hacer nada ante momentos que pude aprovechar mejor: soy como esa niña que tuvo los más bonitos patines para Navidad y que, por precaución y para su conservación, casi nunca los usó y ahora les queda pequeños.

Soy mucho y sin embargo no me queda nada o casi nada. Sólo me quedará, al menos, mis palabras banales que me harán escalar lo más alto o me hundirán ante los dedos acusadores que se llaman señores y señoras Envidias. Mi corazón, así como mis palabras saben que soy una plastilina que se intenta amoldar a todo y para todos, que carezco de mala intención y encima si me sacan partido puedo servir como uso didáctico. Sufro porque nadie esté o se corresponda con mis múltiples usos y que jamás llegue a entender esas palabras que, aunque tristes y vacías, me hacen ser rica cultural y oratoriamente.

Hoy me siento triste pero no es esa tristeza de dolor ni de melancolía. Es esa sensación que no te explicas porque te es indiferente y se corresponde con la noche que sumerge a los depresivos en una tragedia de muerte. Me gustaría decir mucho más y desnudarme como medio fácil y efectivamente efimero de desahogo pero no. Es un no alto, claro y rotundo; una respuesta que sumerge, a aquellos que leen esta entrada, en dudas y que conduce a ninguna conclusión… me disculpo ante misterismos y tinieblas pero como dice el título, esto va sobre la tristeza vacía: qué menos que mi texto también sea vacío como la frialdad que contengo sobre mi regazo…